Autora y fotografía: Lic. Carolina Galicia Ordaz
Terapia Intensiva Postquirúrgica
Desde hace unos meses se escuchaba de una nueva enfermedad, una epidemia que se volvió pandemia; cada día en los noticieros, en las redes sociales y en radio pasillo se acortaba la distancia y se hacía más cercana su propagación y muerte por COVID-19. Mucha desinformación, mezclada de mucha información corrían y a México llegó su primer caso el 27 de febrero de 2020: un viajero quien llegó de Italia con síntomas y que se confirma horas después en la Ciudad de México, luego otro en Sinaloa y así sucesivamente se dieron a conocer los casos, cayendo en compras de pánico.
Al mismo tiempo, la primera defunción por esta enfermedad ocurrió el 18 de marzo, el gobierno de México se coordinó con la Secretaría de Salud y se iniciaron las medidas de prevención. Cabe mencionar que en México no nos gusta prevenir, las medidas se enfocaron en prevenir contagios, incluían el cierre de las escuelas, la sana distancia y con ello el plan DN III E. Asimismo, surgió un epidemiólogo quien cada día se comunica con la población, llegaron las compras de pánico, el uso irracional de material médico, que no sabe usar la población general, y el personal de salud estaba cada día más temeroso de que llegara esto.
Hay preocupaciones familiares que nos quitan el sueño, pero hay una sola cosa que vuelve el sueño imposible y es el peligro, el cual se acompaña de miedo, de esa sensación de vida que se vuelve angustia al morir, una mezcla de sentimientos. Cuando era niña le temía al Coco y tenía miedo de que éste saliera de ahí, de ese lugar oscuro, pero ahora el COVID-19 puede estar en cualquier parte haciendo que la adrenalina surja con escuchar a una persona con tos, que me dé miedo y llegar al llanto, pero se me había olvidado que soy enfermera, una enfermera que ha estudiado y se ha preparado para cualquier situación que le pongan, y que en algún momento dentro de las aulas algún maestro tocó el tema de las pandemias, los desastres y la guerra donde seríamos la base de toda la pirámide. En ese momento volteo a ver a mi familia, la cual tuve que alejar de mí para salvaguardarlos, ya que yo me volví un posible foco de contagio, y que añoro un abrazo de mi hijo y de mi madre, de toda mi familia y amigos, sin embargo cada día debo recordar que estudié Enfermería por convicción y debo estar al pie de cama de estos pacientes que requieren tantos cuidados.
Te invitamos a seguir con la lectura del artículo en Motu Cordis, página 27