Autora: Alma Lilia Plascencia Curiel
Recordar es revivir el justo momento
y regresar el sentimiento al corazón
El aroma de la habitación anunciaba la llegada del recién nacido. La recámara había sido adaptada para recibir en las mejores condiciones al bebé que cargaba mi madre en su regazo, envuelto en una cobija de franela azul, la cual revelaba el sexo. Yo jugaba con muñecos, ¡pero éste se movía de verdad! Llamó mi atención quede ese molote salía una cabeza pelona, güera y además hacía gestos, abriendo y retorciendo la boca donde ¡no habían dientes!, emitiendo ciertos quejidos sin llegar al llanto; según mi madre ese niño -para mi muñeco viviente- era el mensaje que su instinto le decía tenía hambre.
Se descubrió el seno y acerco al bebé a su pecho, quien con ayuda de su olfato y lengua se prendió justo en la teta de mi madre, así empezó a succionar. Me quedé paralizada al ver esa escena, tenía ganas de ser yo quien fuese amamantada. Cerré los ojos y por unos breves instantes recordé el placer que se siente cuando bebes ese extracto, con la esencia de mi madre nutriendo mi ser, ese elixir tan sabroso ofreciéndome la vida y te hace crecer. Es revivir el aroma, placer, seguridad y sabor que produce al deleitar ese elixir, esas gotas de miel, convertidas en leche materna.
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