Autor: Dr. Juan Alan Fuentes Mendoza
Residente de segundo año de Cardiología
Es desde la época bizantina que se tiene registro de los primeros actos de cuidado del enfermo siempre a cargo de órdenes religiosas con un sentido humanista, buscando principalmente el consuelo del que en esas épocas no podía, en muchas ocasiones, ser curado sino más bien consolado para llevar de una manera más digna y menos dolorosa el curso de la enfermedad.
En nuestro país, existen referencias del inicio de esta práctica en la Nueva España a cargo de órdenes religiosas. Aunque fue hasta 1804, cuando Carlos IV envió a Iberoamérica a 50 niños a cargo del Dr. Balmis y la enfermera Isabel de Cendala para inocular brazo a brazo la vacuna de la viruela, que ella es reconocida como la primera enfermera sanitaria de Iberoamérica.
Sin embargo, es hasta la época porfiriana cuando se inicia formalmente la educación en enfermería con la fundación de la “Escuela Práctica y Gratuita de Enfermeros” establecida en el Hospital de Maternidad e Infancia, del cual fungía como director el doctor Eduardo Liceaga, con una influencia en formación de las escuelas de enfermería norteamericanas y alemanas. Éste es un preámbulo a la fundación formal, en 1907, de la Escuela de Enfermería a cargo del doctor Liceaga para posteriormente pasar a tener reconocimiento de la Secretaría de Educación Pública en 1908 y en 1911 formar parte de la Escuela de Medicina de la Universidad de México, siendo éste el antecedente de la actual Escuela Nacional de Enfermería y Obstetricia (ENEO).
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