Autor: Dr. Enrique López Mora
En el mes de octubre del año en curso se cumplen cincuenta años de dos acontecimientos que marcaron de manera determinante la historia reciente de México: el movimiento estudiantil del 68 y los juegos olímpicos realizados ese mismo año en nuestro país.
La situación general en el México de ese tiempo se caracterizaba por un aparente estado de bienestar social, al menos en el discurso oficial. Los gobiernos emanados del partido en el poder mantenían el control absoluto de las instituciones, los sindicatos y los movimientos sociales. Pero en realidad subyacían importantes inquietudes. De ahí el surgimiento de los movimientos magisterial, ferrocarrilero y médico de los años previos. Desde el punto de vista económico, el país gozaba aún de los efectos del llamado milagro mexicano y del desarrollo estabilizador. En el plano internacional, para la primavera de ese año surgieron movimientos en el continente europeo que se contraponían a las estructuras totalitaristas impuestas en diversos países, aun en estados del bloque situado detrás de la cortina de hierro.
El movimiento estudiantil de 1968 inició de manera pública como consecuencia de una riña entre estudiantes de dos planteles en la ciudadela, que desembocó en la intervención represiva de los cuerpos policíacos de la ciudad de México. Su evolución cronológica ha sido motivo de innumerables reseñas, pero tal vez cabría subrayar que como respuesta a los acontecimientos mencionados se integró el Consejo Nacional de Huelga compuesto por representantes de muchas de las principales universidades de todo el país. Varios hechos se volvieron emblemáticos: el “bazookazo” contra la puerta de la Escuela Nacional Preparatoria de San Ildefonso, la toma y ocupación de Ciudad Universitaria, la marcha del silencio, el izamiento de una bandera rojinegra en el zócalo capitalino y por supuesto el acontecimiento que daría su sello perenne y atroz al movimiento: la terrible matanza de Tlatelolco.
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