Autora: Dra. Clara Vázquez Antona
Cardiólogo pediatra, ecocardiografía pediátrica
cvazquezant@yahoo.com.mx
Mucho hemos escuchado acerca de que la obesidad infantil es un problema de salud pública que en los últimos 30 años ha aumentado en todo el mundo. En México, esta situación no es diferente: la prevalencia combinada de sobrepeso y obesidad en niños de edad escolar aumentó de 25.5% en 1999 a 33.2% en 2016, según datos de la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT).
Pero, ¿por qué debe preocuparnos? Uno de los principales problemas es que los niños con sobrepeso y obesidad tienen alta probabilidad de permanecer obesos en la edad adulta, lo cual es un factor de riesgo para enfermedad cardiovascular. La obesidad afecta diversos órganos y sistemas con serias consecuencias como la hipertensión arterial, diabetes mellitus y dislipidemia. Las complicaciones en la infancia van desde edad ósea aumentada, inicio temprano de la menstruación, alteraciones en la función pulmonar como la apnea del sueño y el asma, trastornos emocionales como depresión y baja autoestima, hasta diabetes mellitus y alteraciones cardiovasculares como hipertensión arterial y aumento del gasto cardíaco e hiperlipidemia.
Desde hace algunas décadas se sabe que la enfermedad cardiovascular inicia en la infancia con el desarrollo de estrías grasas y placas fibrosas en la aorta y arterias coronarias, lo que incrementa el riesgo de infarto de miocardio en el adulto. Estudios recientes han demostrado que niños escolares con peso mayor al ideal presentan alteraciones en la geometría y función cardíaca, tales como dilatación de cavidades cardíacas, engrosamiento de las paredes
y deterioro en la contractilidad valorada por ecocardiografía.
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