ARTICULO

DISCURSO DE DESPEDIDA AL GRUPO DE MÉDICOS RESIDENTES DEL INSTITUTO NACIONAL DE CARDIOLOGÍA, PRONUNCIADO EL 31 DE OCTUBRE DE 1957 (FRAGMENTO)

Autor: Raúl Izaguirre Ávila
Departamento de Hematología

Reproduzco selecciones de las palabras de despedida que el fundador del Instituto Nacional de Cardiología dirigió a los que terminaron su especialización hace 60 años: el 31 de octubre de 1957.

La fecha de hoy no constituye para ustedes el final de su preparación. Al salir de aquí, con este diploma bajo el brazo, nadie debe salir con la arrogante convicción de que ha aprendido ni menos dominado la cardiología. Lo que han aprendido es sólo el modo de estudiarla; lo que han adquirido es sólo la disciplina mental que les permita completar mañana su preparación; lo que han encontrado es sólo el camino, no la meta final.

Delante de ustedes queda ahora el futuro, que habrán de labrar con su propio esfuerzo. Pero cualquiera que sea el nivel que alcancen, lo mismo los encumbrados que los humildes, los profesores ilustres de mañana que los modestos cardiólogos en ejercicio, quiero esperar que cumplan con nobleza lo que fue la enseñanza fundamental de este Instituto, lo que es su mandato moral que no prescribe.

Ser sabio no está en la capacidad de todos; ser grande en la medicina científica no depende sólo del hombre, sino del medio y de las circunstancias. Que nadie se sienta frustrado, humillado, si no lo logra. Esa no puede ni debe ser la meta obligada. Eso es sólo el privilegio de unos cuentos. Pero lo que sí debe ser la meta de todos es la de haber cumplido lealmente, esforzadamente, con un limpio propósito de superación.

Estudiar, trabajar, avanzar siempre; que nunca les sorprenda un día sin saber algo más que el día anterior; sin añadir un algo más a su formación de médicos.

Servir, ayudar siempre; tener siempre presta la colaboración. Que nadie se encierre en el círculo estrecho y mezquino de su propio interés o de su propia ambición, así la disimule con el nombre mentiroso de ambición científica. El aislamiento acaba por esterilizar a los mejores. Hay que hablar, que discutir, que compartir con los demás las ideas. Es como una forma de fecundarlas, a la vez que un modo de ventilar el espíritu.

Puedes leer más del discurso inspirador del Dr. Ignacio Chávez en Motu Cordis

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