La lactancia materna aporta al recién nacido, los nutrientes que necesitan para un crecimiento y desarrollo saludables. La OMS (Organización Mundial de la Salud) recomienda la lactancia materna exclusiva durante seis meses, la introducción de alimentos apropiados para la edad y seguros a partir de entonces, y el mantenimiento de la lactancia materna hasta los 2 años o más.
El seno es una glándula compuesta principalmente por tejidos conjuntivos y adiposos que brindan soporte y protección a las áreas productoras de leche del seno. La leche se produce en pequeños grupos de células denominados alvéolos. La leche viaja a través de conductos galactóforos hacia los senos galactóforos, que actúan como depósito de reserva. Estos senos están ubicados detrás de la areola, el área pigmentada que se encuentra alrededor del pezón.
Actualmente, hay estudios y evidencias científicas de sobra que enumeran todos los beneficios que aporta la leche materna tanto al bebé amamantado como a la madre que amamanta. Entre ellos destacan:
- Contiene componentes inmunológicos.
- Es de fácil digestión.
- Presenta una baja carga de solutos.
- Reduce el riesgo de presentar síndrome de muerte súbita.
- Propicia una buena salud durante toda la vida a los niños.
- Ayuda a reducir la hemorragia postparto.
- Ayuda a la madre a recuperar más rápido su peso normal y reduce las tasas de obesidad.
- Reduce el riesgo de cáncer de mama y de ovario en el futuro.
La leche materna es el mejor alimento que una madre puede ofrecer a su hijo recién nacido. No sólo por su composición, sino también por el vínculo afectivo que se establece entre la madre y su bebé durante el acto de amamantar.