Autora: Grecia Raymundo
Residente de primer año de Cardiología
“No hay arte más difícil de adquirir
que el arte de la observación”.
William Osler (1849-1919)
Históricamente el arte y la medicina han tenido una estrecha relación. En la época del Renacimiento destacaron en este rubro artistas como Miguel Ángel y Leonardo Da Vinci, quienes observaron las prácticas médicas de ese entonces para transformarlas en arte que exaltaba la forma humana. Otros artistas como Andreas Vesalius asistía a disecciones de cuerpos humanos a cambio de dibujos e ilustraciones, haciendo de esta forma múltiples descubrimientos anatómicos y generando así el arte de la medicina.
Esta expansión del arte no sólo ha buscado ser forma de entendimiento para el funcionamiento del cuerpo, sino también forma de entendimiento para el estudio de la mente y de las emociones,y ha tratado de buscar siempre el verdadero significado del ser humano a través de la exploración visual. La práctica médica no solamente está basada en datos científicos, sino también en la capacidad de aplicar dichos datos según el contexto de cada persona.
El arte de observar y entender a cada enfermo requiere no sólo conocimiento teórico sino también sabiduría para poder decidir cuál es la mejor práctica en el actuar médico, pues aunque muchas de nuestras decisiones están basadas en niveles de recomendación y clases de evidencia es claro que muchas de éstas son opiniones de expertos. De las artes, la literatura en particular contribuye a estimular la mirada interior de patrones comunes de respuesta, como lo son la experiencia humana compartida, la introspección a la individualidad y además el enriquecimiento del lenguaje y pensamiento.
La práctica médica debe ser un trabajo constante pues sólo con la experiencia podremos desarrollar el arte de aplicarla para todos los ámbitos de la vida y no sólo al actuar médico. El médico tiene la obligación de desarrollar actitudes, aptitudes y virtudes que pueden ser considerados arte, tales como: escuchar al paciente, entender los síntomas, la paciencia, la humildad, el trabajar en equipo, guiar, educar, la forma de interpretar los síntomas del paciente con una definición médica, tener un vocabulario amplio para explicar y ayudar a entender al enfermo acerca de su enfermedad, y conectar el pensamiento con el lenguaje, entre muchos otros.
Como residente considero al arte como una entidad necesaria para nuestro quehacer médico, ya que de cierto modo nos ayuda a ser perfectibles en todas las formas posibles y a tener un panorama mucho más vasto acerca de todo lo que nos rodea.
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