Las bebidas endulzadas y el daño renal
Dra. Laura Gabriela Sánchez Lozada
Investigadora en Ciencias Médicas, Laboratorio de Fisiopatología Renal, investigadora nacional nivel III
El consumo de bebidas endulzadas, como aguas frescas, refrescos, jugos, cafés, tés, etc, es un hábito que se ha afianzado en nuestro país, el cual ha sustituido el consumo de agua pura o “simple”. Se tiende a creer que, para calmar la sed, cualquier bebida puede proporcionar hidratación. Sin embargo, investigaciones recientes indican que esto no es el caso.
Más allá del contenido de agua, a las bebidas endulzadas se les agregan cantidades variables de azúcares principalmente glucosa y fructosa (en la forma de azúcar de mesa o jarabe de maíz alto en fructosa) con el fin de mejorar el sabor de estos productos. Debido a que la ingesta de este tipo de bebidas es tan importante en México, en nuestro laboratorio nos dimos a la tarea de estudiar los mecanismos probables de daño asociados a la ingesta de bebidas endulzadas, principalmente sobre el daño renal crónico, el cual también es un problema de salud que ha alcanzado niveles epidémicos en nuestro país.
La glucosa y la fructosa son azúcares que proporcionan 4 Kcal por gramo, pero cuyo metabolismo es muy diferente. La glucosa proporciona la energía necesaria para el organismo y también puede ser almacenada como glucógeno o como grasa. La ingesta de glucosa induce la secreción de insulina por el páncreas lo que permite que este azúcar sea captado por diversos tejidos y órganos que requieren de una fuente de energía fácilmente utilizable. La fructosa, por su parte es principalmente metabolizada a grasas y uno de los productos secundarios de su metabolismo es el ácido úrico. A diferencia de la glucosa, no induce una secreción inmediata de insulina y por ello se recomendó su uso para diabéticos. Sin embargo, ahora se sabe que debido a que la fructosa induce aumento de triglicéridos e hiperuricemia, ambos mecanismos inducen a largo plazo resistencia a la acción de la insulina que es un mecanismo asociado al desarrollo de diabetes tipo 2.
Así, la fructosa es el único azúcar de la dieta que puede causar aumento de ácido úrico en sangre o hiperuricemia. A este respecto, existen evidencias encontradas en estudios en humanos de que la hiperuricemia no solo se asocia con el riesgo de padecer gota sino que también se relaciona con el desarrollo de la hipertensión arterial, la incidencia de la enfermedad renal crónica dependiente e independiente de la diabetes, la enfermedad renal aguda, la obesidad y el riesgo cardiovascular.
En nuestro laboratorio hemos estudiado los mecanismos biológicos por los que la fructosa y su producto derivado, el ácido úrico, producen daño. Mediante modelos experimentales encontramos que el aumento de ácido úrico induce un incremento marcado del estrés oxidante. Este efecto desencadena una serie de respuestas celulares que resultan en inflamación, síntesis y secreción de sustancias vasoconstrictoras, así como lesión en las arterias. A nivel renal, todas estas alteraciones resultan en disminución de la sangre que llega al riñón e hipertensión. A largo plazo estas alteraciones renales pueden resultar en pérdida de la función renal. De manera importante, cuando se administra alopurinol, que es un fármaco que evita la síntesis de ácido úrico secundario a la ingesta de fructosa, se previenen o se mejoran las alteraciones antes descritas, lo que pone de manifiesto la importancia de los altos niveles de ácido úrico en el desarrollo de los cambios patológicos descritos. Es importante recalcar que los eventos patológicos antes descritos requieren de concentraciones de ácido úrico consideradas a la fecha como “hiperuricemia asintomática” (en humanos >7.0 mg/dL en hombres y >6.5 mg/dL en mujeres premenopáusicas). Por ahora, la única forma de tratar la hiperuricemia asintomática es mediante cambios en la dieta y no existen recomendaciones, basadas en estudios clínicos, que sugieran el uso del alopurinol en enfermedades distintas a la gota, ya que este fármaco puede producir reacciones adversas.
Recientemente nuestros estudios experimentales nos han mostrado que la rehidratación con bebidas endulzadas en comparación con agua pura, tienen el efecto de perpetuar el estado de deshidratación. Así la rehidratación con bebidas que contienen fructosa induce la secreción de la hormona vasopresina, la cual es secretada en condiciones de deshidratación. La activación constante de esta hormona también se asocia con daño renal y cardiovascular.
Es importante notar, que la frutas contienen fructosa, pero a diferencia de una bebida endulzada, está presente en una dosis menor y está combinada con los otros nutrimentos, como son la fibra y los antioxidantes, los cuales previenen los efectos deletéreos de la fructosa. Por otro lado, los jugos de fruta, si tienen un efecto nocivo similar a las demás bebidas endulzadas, ya que contienen varias piezas de fruta en una sola porción, pero sin la fibra y en algunos casos sin los antioxidantes, ya que estos son muy sensibles al medio ambiente y la luz.
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